Publicado el 17 de Agosto, 2007, 11:47
El obispo Berkeley, en su Tratado sobre los principios del conocimiento humano, discute no aceptar la existencia de ideas abstractas. Su discusión es clara, pero por alguna causa, no me convence: me parece que la abstracción ocurre, aunque no tengamos una "imagen abstracta", digamos, de un triángulo o de un hombre, sino siempre imágenes de un triángulo en particular u hombre en particular. Pero sí, creo, tenemos ideas abstractas, algo que manipulamos y manejamos, y que va más allá de la palabra "hombre", o "triángulo". Ya escríbí sobre el comienzo de ese Tratado en Berkeley y la filosofía. Si bien, entonces, no estoy convencido de su explicación, es interesante recordar algún pasaje sobre los problemas del lenguaje y las palabras:
Berkeley está en contra de la discusión metafísica, algo que retomará más adelante el bueno de Hume. Si bien su diatriba va en contra de las ideas abstractas, me gusta releer ese texto, desde el punto de vista de la falta de claridad que pueden aportar las palabras sin examen. Igual, no quisiera olvidar que el ataque de Berkeley va por otro lado.
Excelente. El bueno de Berkeley se molesta, se hace cargo, de exponer toda cadena de pensamiento que haya tomado. Me gusta interpretar su advertencia sobre las palabras, como una forma más de apoyar mi prédica por la claridad, y la disminución de la ambigüedad en un discurso. Se me dirá que el lenguaje es ambigüo: más razón para no entregarse a la oscuridad, más razón para desconfiar de una interpretación a "primera vista". Tantas palabras usamos y leemos, sin actitud crítica, sin ponernos a ver, a examinar, qué quería decir el emisor con tal vocablo. La mayor parte de las palabras son polisémicas. Que me disculpe Berkeley por aprovechar sus sentencias, para llevar agua a mi molino. Pero me parece importante ir aclarando, reforzando, explicando, mi "lucha por la claridad". Nos leemos! Angel "Java" Lopez |